“Abuelit(a)” son nombres que solemos usar para designar a una persona mayor (de 65 años de edad o más), aun cuando no tenga niet@s. Detrás hay un sesgo social de considerar a esta edad como una “inútil” o “la segunda infancia”, en la que el Estado debe tener solo un rol asistencialista. Desde ese enfoque, las personas mayores pueden ser vistas como una carga más que como una oportunidad por su asociación con una etapa de «degeneración» y «baja productividad». ¿Esto es así? Lo cierto es que el Foro Económico Mundial indica que en el 2050 habrá 2 billones de personas de 60 años de edad (21% de la población mundial) y según CEPAL, en la región representaremos el 25%. Evidentemente los avances de la ciencia médica e ingeniería biológica vienen permitiendo desarrollos como los interfaces cerebro- computadora: en sencillo una computadora podrá leer las intenciones de una persona a través de impulsos eléctricos de su cerebro. Esto puede abrir la posibilidad de seguir incrementando la expectativa de vida, acompañándola de una vida más saludable y ambientalmente responsable. Sin embargo, ¿qué estamos haciendo hoy para incluir a los adultos mayores? Existen varias brechas de bienestar que van desde la educación – bajo nivel de alfabetización – hasta la «carencia de identidad», siendo las mujeres adultas mayores quienes se llevan la peor parte. Según la Encuesta Nacional de Hogares (INEI, 2017), el 30.71% de adultas mayores versus 9.37% de adultos mayores no saben leer ni escribir. Asimismo, 8.79% de adultas mayores versus 0.4% adultos mayores no tienen documento nacional de identidad. Por otro lado, según el INEI, en casi 5 años (2011-2016), el porcentaje de la PEA conformada por personas de 65 años a más varió muy poco, de 5.1 a 5.6%. Si bien en los últimos años algunas empresas peruanas vienen tomando iniciativas para contratar a personas mayores en el ámbito laboral, lo más difícil es el cambio cultural. Esto conlleva a que las personas mayores sean normalmente discriminadas en el acceso al empleo y jubiladas pese a su voluntad de seguir trabajando. Por otro lado, en esta emergencia sanitaria mundial hemos visto cómo en muchos casos se ha tomado la decisión de “salvar jóvenes” en vez de “viejos”. Estos son dilemas éticos que realmente nos hacen reflexionar sobre la necesidad de perseguir un trato digno y no discriminatorio a esta población vulnerable de adultos mayores. Si además pensamos en cómo este enfoque más inclusivo ayuda a cerrar la brecha de género estaremos en otro nivel considerando que las mujeres son clave en la aceleración (o no) del envejecimiento demográfico. Claro, porque cada vez las mujeres tenemos menos hijos (la tasa global de fecundidad es 2.2 para el 2017-2018 en el Perú según el INEI) y vivimos más tiempo. ¿Por qué no alentamos que más mujeres se mantengan en trabajos remunerados por más tiempo? Pensando en otras dimensiones de bienestar distintas al empleo, vinculadas con promover la mayor productividad e integración social del adulto mayor – sobretodo en esta coyuntura de COVID-19 – pensaba en la brecha tecnológica. Según la Defensoría del Pueblo – que cita la Encuesta Nacional de Hogares (2017) – 76.58% de hombres no usó el internet en el mes anterior, mientras que 84.77% de mujeres tampoco lo hicieron; y 12.27% de adultos mayores indicaron no tener celular ni teléfono fijo. Esto dificulta su accesibilidad y movilidad y los vuelve seres no autónomos para hacer incluso un trámite sencillo en una entidad pública, y limita sus posibilidades de cobrar y realizar pagos y hacer transacciones en forma no presencial. Si bien el tema es complejo y tiene que ver con la política pública aplicada respecto del adulto mayor, desde la empresa privada también podemos anticipar este mayor apoyo desde que decidimos seleccionar a un candidato para un puesto de trabajo basándonos no necesariamente en su edad sino en su experiencia, siempre que el tipo de trabajo lo permita. Acá los medios y gremio publicitario tienen una gran responsabilidad también. También podemos capacitar a los adultos mayores para re-insertarse en el mercado laboral formal o en el auto-empleo con un enfoque en sus habilidades digitales con «vigencia tecnológica», logrando que sean más productivos y menos dependientes del Estado o de su propia red familiar. ¿Por qué no pensar en un Perú más diverso donde el capital humano tenga un mix de personas jóvenes y experimentadas? En este contexto, también hay que destacar que hace algún tiempo se viene postergando en el Congreso la ratificación de la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos de la Persona Mayor, si bien está como objetivo estratégico del Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2020. Es uno de los instrumentos internacionales que aborda la vejez como un derecho humano. Tomemos nota de las discusiones que importan y nos ayudan a tener un Perú más inclusivo.
Fuentes
VAN DER ELST, Kristel. «Rethinking Ageing: Societal Opportunities by Longer and Healthier Human Lifespans«, 2015.
DAVOBE, Maria Isolina. «Derecho a la Vejez en Tiempos de Pandemia». Revista de la Facultad de Derecho 49. (Rosario, Argentina), Julio- Diciembre, 2020.
DEFENSORIA DEL PUEBLO, «Envejecer en el Perú: Hacia el Fortalecimiento de las Políticas para Personas Adultas Mayores». Informe de Adjuntía 006-2019-DP/AAE, 2019: defensoria.gob.pe
INEI, «Perú: Evolución de Indicadores de Empleo e Ingresos por Departamento: 2007-2017″, Julio 2018: inei.gob.pe
INEI, «Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2018” inei.gob.pe
CEPAL. Día Mundial de la Población 2019. Tendencias Recientes de la Población de América Latina y el Caribe.- CELADE: cepal.org.
CONGRESO DE LA REPÚBLICA: http://www2.congreso.gob.pe
La presente opinión es personal y no debe entenderse como una opinión de la empresa u organización empresarial en la que trabajo.
Sheila La Serna Jordán
Master of Laws por la Universidad de Michigan – Michigan Law School. Abogada por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Candidata a MBA 2021 por la Universidad del Pacífico – Pacífico Business School. Actualmente se desempeña como Gerente Legal de Profuturo AFP.
