Una mirada al empleo juvenil en el contexto peruano: El rol del estado frente a la actual crisis de desempleo e inactividad juvenil

Jóvenes trabajando

Introducción

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la población joven se caracterizará por el desempleo y por el incremento sin precedentes de la informalidad.

En esa línea, el desempleo y la informalidad en nuestro país ya eran preocupantes y con la pandemia de la Covid-19 éstas se han visto agravadas, sobre todo en el escenario juvenil, dada la poca experiencia acumulada de este sector como sus escasos años de educación. En el presente artículo intentaremos caracterizar y analizar la situación en números de los jóvenes entre el año 2010 y 2019; los efectos de la pandemia en el empleo juvenil a nivel mundial, América Latina y en nuestro país.

Por último, analizaremos qué ha venido haciendo -en números- el ente rector en materia de empleo entre el año 2009 y 2019, respecto de este grupo de trabajadores y en el presente año de mayor crisis de empleo juvenil.

Efectos de la pandemia en el empleo juvenil a nivel mundial y a nivel de América Latina

La situación en el empleo para los jóvenes se ha visto empeorada. Antes de la Covid-19, la inserción laboral juvenil ya era bastante difícil: se estimaba tres veces más probable que el grupo de jóvenes con edades entre 15 y 24 años esté desempleado con respecto a sus pares de 25 a más años de edad.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó en agosto 2020 los resultados de la Encuesta mundial sobre jóvenes y la pandemia de la Covid-19, que se llevó a cabo entre abril 2020 y mayo 2020. Considerando como jóvenes al grupo etario de 18 a 29 años de edad, se destacan los siguientes efectos en el empleo juvenil mundial a causa de la pandemia (OIT, 2020a):

  • El 17.4% de jóvenes dejó de trabajar desde el inicio de la pandemia (6.9% perdieron su empleo y 10.5% contaban con empleo en interrupción). Independientemente del nivel de desarrollo del país (aproximado por el nivel de ingresos altos, medios, bajos), todos experimentaron una disminución del empleo juvenil.
  • Los jóvenes de menor edad han dejado de trabajar con relación a sus pares mayores: 23.1% de los que tienen 18 a 24 años y 13% de quienes están entre 25 y 29 años. En general, los jóvenes tuvieron más probabilidades de perder sus empleos con respecto al grupo etario de 30 a 34 años de edad.
  • Por cada 100 jóvenes que perdieron su empleo, 54 fueron despedidos o las empresas cerraron, 32 culminaron un trabajo temporal, 8 renunciaron y 6 se trasladaron a otro lugar.
  • El 27% de trabajadores jóvenes ocupados en la prestación de apoyo administrativo, de servicios, ventas y artesanía y oficios conexos (todos oficios con bajos niveles de formalidad) dejaron de trabajar, a diferencia de los directores y gerentes (7%), profesionales (15%) y técnicos y profesionales conexos (14%).
  • El 78% de trabajadores jóvenes que vieron reducir totalmente sus horas trabajadas también fueron afectados por la disminución de sus ingresos. Lo propio le sucedió al 52% de trabajadores jóvenes con horas de trabajo parcialmente reducidas. Para el 29% de los jóvenes trabajadores cuyas horas de trabajo eran las mismas, la cuarta parte percibió ingresos inferiores comparados a la situación pre-pandemia. Es posible que las empresas hayan disminuido sus ingresos y, en no pocos casos, se hayan visto obligadas a rebajar el salario por el mismo tiempo de trabajo.
  • El 61% de trabajadores jóvenes reportaron disminución de la productividad laboral desde que empezó la pandemia (64% mujeres y 59% hombres). Con esto se dificulta la continuidad de los estudios para los jóvenes que también trabajan, y los que trabajan menos tendrían complicaciones para recuperar su experiencia laboral e ingresos.
  • El 61% de trabajadores jóvenes en el sector privado ocupados en servicios de apoyo administrativo y otras relacionadas con las ventas, experimentaron una reducción de sus horas de trabajo; con respecto al 43% de trabajadores jóvenes del sector público que percibieron esta reducción. Asimismo, el 64% de jóvenes trabajadores en el sector privado vieron reducir sus ingresos, a diferencia de solo el 23% en el sector público. Posiblemente se deba al cierre temporal o cese de actividades de las empresas privadas.
  • En los países de ingresos bajos el 67% de trabajadores jóvenes redujeron parcial o totalmente sus horas de trabajo; en los países de ingresos medios-bajos, 46%. Asimismo, la proporción de trabajadores jóvenes cuyos ingresos y productividad se redujeron se acentuó con mayor profundidad en los países de ingresos bajos y medios. A este impacto subyace la configuración entre empleo formal, sistemas de seguro de desempleo y redes de seguridad social fluidas.
  • A los jóvenes hombres les ha afectado el cese de su trabajo, las reducciones de horas de trabajo y la pérdida de ingresos. En contraste, las mujeres jóvenes tenían más probabilidades de reportar productividad laboral más baja. 
  • El 17% de trabajadores jóvenes señalaron que su tiempo de trabajo promedio se incrementó de 7.3 horas a 10.3 horas diarias. Entre ellos, 67 de cada 100 trabajaban 10 o más horas diarias, en parte para compensar la pérdida de ingresos, ya que el 30% de este segmento indicó que sus ingresos disminuyeron desde que inició la pandemia. Con respecto a los jóvenes trabajadores cuyas horas de trabajo disminuyeron, entre aquellos con tiempos de trabajo incrementado tuvieron más probabilidad de nivel educativo más elevado y de trabajar para un empleador sin fines de lucro, y menor probabilidad de trabajar en el sector de los servicios, ventas u ocupaciones a la prestación de apoyo administrativo; con problemas para desconectar del trabajo.
  • El 72% de trabajadores jóvenes laboraron a domicilio a tiempo parcial o a tiempo completo desde que empezó la pandemia. Se diferenciaron por perfil del puesto: directivos y gerentes (82%), profesionales (77%), técnicos (78%), apoyo administrativo, vendedores y otros trabajadores (54%) trabajaron a domicilio a tiempo completo o tiempo parcial.

Desde una categorización según “generación” (X si se ha nacido en el periodo 1970 – 1980; Millennials, en el periodo 1981-1993; Z, en el periodo 1996 – 2010), es de particular interés una proporción de los Millennials y la generación Z en tanto jóvenes y atendiendo a su relación con el empleo.

En América Latina, antes de la pandemia, los Millennials ya tenían problemas para integrarse al mercado de trabajo mediante empleos de calidad: habitualmente encontraban un empleo sin seguridad social, luego uno en el sector formal y culminaban su vida laboral en el autoempleo.

Sin embargo, a diferencia de otras crisis, la que está generando la pandemia por la Covid-19 en los mercados laborales y en la juventud, al parecer afectará más a los trabajadores jóvenes de la generación Z. Esto debido a lo siguiente: (i) paralización repentina de la actividad económica mundial con altísimas probabilidades que transforme el funcionamiento de muchos sectores económicos, debilitando la contratación permanente de personas y, en ese sentido, forzando a la búsqueda de ocupaciones en otros sectores económicos; (ii) transición demográfica latinoamericana: la generación Z representa el 17% de la población total de la región, aunque disminuirá a 15% dentro de 2 décadas, acentuándose en este segmento poblacional la exigencia de financiar los sistemas de seguridad social de los adultos mayores (Azuara, Oliver; 2020).

Empleo juvenil en el Perú (2010 vs 2019)

Sobre la base de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) se puede estimar que en los años 2010 y 2019 la población joven entre 18 a 29 años de edad pasó de ser menos de 5.9 millones a cerca de 6.2 millones de personas. Desde el punto de vista de su relación con las actividades productivas, cabe señalar lo siguiente:

  • Los jóvenes ejerciendo actividades productivas en el ámbito del trabajo no se alteró significativamente. Han sido algo más de 4 millones de personas: 57% hombres y 43% mujeres en 2019.
  • Los jóvenes buscando activamente un empleo pasaron de algo menos que 295 mil a más de 310 mil personas: 46% hombres y 54% mujeres en 2019.
  • Los jóvenes que realizaron actividades distintas a las del ámbito de trabajo, los inactivos plenos, se incrementaron de menos de 1.4 millones a más de 1.7 millones de personas: 37% hombres y 63% mujeres en 2019.

Entre los años 2010 y 2019, la proporción de jóvenes que solo estudiaban o se capacitaban que lograron completar niveles educativos secundaria, superior no universitaria o universitaria, o postgrado, es menor que la que existe entre aquellos que estudiaban o se capacitaban y trabajaban, sobretodo en 2019 (31.2% vs 38.7%) y no así en 2010, cuando la situación era inversa (29.7% vs 18.6%).

En cuanto a los que solo trabajaban, prácticamente 59 de cada 100 han logrado completar el nivel educativo secundario, superior o realizar postgrado. Por su parte, respecto de los NiNi (que no trabajan, ni estudian y tampoco se capacitan), de 52 a 53 por cada 100 de ellos han alcanzado estos logros educativos. Posiblemente, esta diferencia de proporción entre subgrupos de jóvenes con estudios completos se deba a que los que solamente estudian o se capacitan cuentan con menor edad que sus pares con más edad que se encuentran asignando su tiempo al estudio y al trabajo, o solo trabajando, en el mejor de los casos, o, aunque hayan completado algún nivel educativo mencionado, se encuentran realizando actividades en casa o en la búsqueda de empleo, como sucede habitualmente con los NiNi.

Una característica de los jóvenes es que, si bien la condición de soltería comprende a una mayor proporción de ellos, hay diferencias internas. Así, 96 de cada 100 jóvenes que solo estudian o se capacitan ostentan la soltería; entre quienes estudian o se capacitan y trabajan, ha disminuido de 91 a 86 por cada 100 de ellos; los que solo trabajan, ha incrementado de 57 a 63 por cada 100 de ellos; y los NiNi, de 49 a 55 por cada 100 son solteros. A esto puede subyacer el hecho que la menor proporción de soltería implique asumir roles y satisfacer necesidades compartidas, que implique trabajar (estudiando o no) o dedicarse a actividades de cuidado (no estudiando ni trabajando).

Es importante notar que los jóvenes que integran hogares con mayores ingresos per-cápita promedio mensuales, se dedican en mayor proporción solo a estudiar o capacitarse en un extremo, o forman parte de los NiNi cuando tales ingresos son comparativamente menores. En una situación intermedia, pueden dedicarse a trabajar (sea estudiando o no).

Asimismo, cuanto menor es el nivel de pobreza monetaria de los hogares que integran los jóvenes, tienden a dedicarse solamente a estudiar o capacitarse1. Lo opuesto se da en el caso de los NiNi, en los que la pobreza monetaria del hogar que integran es mayor. Nuevamente, en el intermedio se encuentran los jóvenes que trabajan (sea estudiando o no). Algo similar sucede con respecto a hogares con miembros numerosos (7 a 10 miembros).

En el caso de hogares con pocos perceptores de ingresos (1 a 3) la mayor proporción de jóvenes que la integran pueden dedicarse solamente a estudiar o capacitarse, o formar parte de los NiNi. Esto puede significar que existe capacidad para solventar los estudios sin necesidad de trabajar, o que la capacidad económica del hogar es insuficiente, respectivamente. La proporción de quienes trabajan (sea estudiando o no) se ha incrementado en 2019 frente a 2010, posible señal de que los ingresos que se percibían ya no son suficientes para conservar el mismo nivel de bienestar.

En términos territoriales, la juventud peruana se encuentra principalmente en el ámbito urbano, y todavía fuera de Lima (aunque en menor proporción en 2019 con respecto a 2010). En general, todavía más del 60% de los jóvenes aún se encuentran fuera de Lima: la mayoría está en las demás ciudades y zonas urbanas del resto del país.

La seguridad social en salud de los jóvenes se ha incrementado en todos los subgrupos identificados. Cabe notar que quienes trabajan (estudiando o no) o son NiNi, cuentan proporcionalmente con mayor nivel de afiliación a un seguro de salud, a diferencia de quienes solo estudian o se capacitan, que lo están mayoritariamente por el efecto del SIS (los jóvenes que solamente estudiaban o se capacitaban en 2010 con afiliación al SIS eran 121 mil 342, pasaron a ser 334 mil 711 en 2019; en cambio, la afiliación a un seguro de salud distinto del SIS se redujo de 199 mil 679 a 171 mil 300).

La seguridad social en pensiones todavía es bastante baja, con mayor énfasis entre los jóvenes que solamente estudian o se capacitan (de 5.7% a 6.9%) y entre quienes son NiNi (de 9.7% a 16.5%). Entre los que trabajan (estudiando o no), si bien las proporciones se han incrementado, no superan el 36% en 2019. Esto tiene sus raíces en el carácter informal del mercado de trabajo.

Dos asuntos relacionados a las necesidades emergentes en tiempos de Covid-19 son la insuficiente inclusión financiera y limitaciones en capacidades tecnológicas. En el 2019, con relación a lo primero, respecto de los que solamente estudian o se capacitan, como los NiNi, 30% de ellos alcanza a tener alguna cuenta o tarjeta financiera. Por su lado, los que estudian o se capacitan y trabajan alcanzan una inclusión financiera de 51.8%. En el caso de quienes solamente trabajan, el 46.3% se encuentran incluidos financieramente. Más preocupante es el hecho que solamente los que estudian o se capacitan y trabajan han utilizado en significativa proporción (78.3%) una computadora, laptop, tablet o similares, a diferencia de los demás segmentos juveniles, en proporciones realmente bajas (28.4% entre los que solo estudian o se capacitan; 10.2%, solo trabajan; y 9%, NiNis).

Cuadro 1

Perú: características de los jóvenes (18 a 29 años de edad) según condición de estudio y trabajo (2010 y 2019)

Fuente: Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2010 y 2019.
Elaboración: Propia.

Empleo juvenil en el Perú 2020

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que la población joven es una de las más afectada social y económicamente debido a la pandemia por la Covid-19, corriendo el riesgo de convertirse en los próximos años en la “generación de confinamiento”, que en América Latina se expresará no solo por el desempleo, sino también por el incremento sin precedentes de la informalidad y la inactividad sin poder estudiar, es decir, de la condición NiNi (OIT, 2020b).

Las estadísticas del impacto inmediato de la pandemia en curso en el mercado laboral peruano tienen el rasgo de las estadísticas en el mundo: aún no tienen la precisión que se requiere y evolucionan con inusitada rapidez. Por lo que, con la información disponible, nos aproximaremos a un dimensionamiento de la situación del empleo juvenil. Así, cabe anotar lo siguiente (INEI, 2020a; 2020b; 2020c; 2020d; 2020e):

  • A nivel nacional, en el segundo trimestre del 2020 se perdieron 1 millón 317 mil 100 empleos para jóvenes de 14 a 24 años de edad, con respecto al primer trimestre 2020 (trimestre sin pandemia cuando había 2 millones 844 mil 800 empleos para personas de 14 a 24 años de edad). Una caída de -46.3% de un trimestre a otro durante el primer semestre del año.
  • En todo el país, la tasa de desempleo de jóvenes entre 14 y 24 años de edad pasó de 11.2% en el primer trimestre 2020 a 13.2% en el segundo trimestre 2020. Este ligero incremento en el desempleo abierto significa que la mayor parte de jóvenes que se quedaron sin empleo se encuentran en la inactividad.
  • En Lima Metropolitana, en el segundo trimestre 2020 se perdieron 602 mil 100 empleos para jóvenes de 14 a 24 años de edad, con respecto al primer trimestre 2020 (trimestre sin pandemia cuando había 862 mil 100 empleos para personas de 14 a 24 años de edad). Una caída de -64.4% de un trimestre a otro durante el primer semestre del año. En particular, sucedió lo siguiente:
    • El empleo adecuado disminuyó -73.3% del primer trimestre 2020 al segundo trimestre 2020: pasó de 352 mil 200 a solamente 94 mil empleos adecuados.
    • El subempleo por insuficiencia de horas disminuyó -91.2% del primer trimestre 2020 al segundo trimestre 2020: pasó de 145 mil 200 a 54 mil subempleos visibles.
    • El subempleo por ingresos se redujo -69.3% del primer trimestre 2020 al segundo trimestre 2020: pasó de 364 mil 800 a 112 mil subempleos invisibles.
    • El nivel de ingresos promedio provenientes del trabajo se redujo -1.9% del primer trimestre 2020 al segundo trimestre 2020: pasó de S/ 1 057.4 a S/ 1 037.8.
  • A nivel nacional, el empleo privado formal juvenil de 15 a 29 años de edad sufrió una caída dramática, que a mayo 2020 acumulaba alrededor de 100 mil personas jóvenes que salieron de las planillas empresariales formales. En efecto, previamente a que en mayo 2020 se registre un ingreso a planilla de 5 mil trabajadores jóvenes adicionales, en los meses anteriores las caídas acumuladas significaron 110 mil jóvenes que se quedaron fuera de planilla (en marzo 2020 dejaron la formalidad laboral 51 mil trabajadores jóvenes, y en abril 2020 sucedió lo propio con 59 mil trabajadores jóvenes más) (MTPE, 2020a)2.

El estado y su rol frente a esta crisis de desempleo e inactividad juvenil

Sin duda los efectos de la pandemia traerán consecuencias graves para los jóvenes conforme a lo establecido en los párrafos precedentes, por lo que debemos tener presente que el Estado, según lo establecido en el artículo 23 de la Constitución, tiene el deber de promover políticas de fomento del empleo productivo y de educación para el trabajo y revertir la grave situación por la que atraviesa el país; no debemos olvidar, en consecuencia, que esta tarea principalmente la tiene el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), a través del Viceministerio de Promoción del Empleo y Capacitación Laboral.

El marco de esta disposición (artículo 23) trasciende el campo estrictamente laboral y se complementa con otras disposiciones constitucionales relativas al derecho al trabajo (artículo 22), correspondiendo la actuación de los poderes públicos en cuanto diseña y ejecutan las políticas públicas, así como con disposiciones del régimen de economía social de mercado, en el que el Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo3.

Ahora bien, en relación a esta tarea el sector trabajo dirige el programa “Jóvenes Productivos” que tiene como población objetivo a jóvenes de 18 a 29 años de edad en situación de pobreza y pobreza extrema. Frente a ellos, su objetivo es contribuir a que se ocupen en un trabajo formal. Si bien el joven participante puede aspirar a un empleo independiente, predominan quienes prefieren ocupar un puesto de trabajo. A estos últimos se les capacita para la inserción laboral.

Sin embargo, en los últimos 10 años la cantidad de jóvenes capacitados para la inserción laboral se ha reducido, de 25 393 (año 2012) a 4 659 (año 2018); luego aumentó levemente a 6 815 (año 2019). A la par, por cada 100 jóvenes capacitados, se insertaron 21 en 2011, 58 en 2018, y 47 en 2019. Esto significa que las tasas de inserción laboral del programa aumentan cuando se capacitan a menos jóvenes o, desde otra perspectiva, su capacidad para insertar laboralmente a los jóvenes participantes es prácticamente la misma: no más de 6 100 jóvenes anualmente, en el mejor de los casos. Más allá de las variaciones año tras año, es un alcance bastante limitado frente a un nivel de desempleo abierto juvenil del orden de los 300 mil anual.

Cuadro 2

Perú: Desempeño de las intervenciones del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo en el empleo juvenil (2009-2019)

Fuente: Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) – Anuarios Estadísticos Sectoriales.
Elaboración: Propia.

Por su parte, la Bolsa Pública de Empleo tiene graves problemas de gestión. Para intermediar en Modalidades Formativas Laborales, en los últimos 10 años ha tenido más vacantes disponibles que personas (principalmente jóvenes) buscadoras de empleo. No se ha dado una saturación de vacantes (tasa de saturación por debajo de 100%), es decir, los aspirantes no han sobrepasado la cantidad de vacantes disponibles.

Por el contrario, entre los buscadores de empleo no todos han podido ocupar las vacantes disponibles bajo Modalidad Formativa Laboral mediante la intermediación de la Bolsa Pública de Empleo. De hecho, si en 2009 por cada 100 buscadores de empleo 85 eran colocados en una ocupación formal bajo Modalidad Formativa Laboral, en 2019 esto solo se alcanzó a colocar a 13 por cada 100 buscadores de empleo. Es decir, la tasa de colocación se ha reducido.

Así, problemas de escala y de gestión son algunos rasgos de las intervenciones del MTPE frente al empleo juvenil. Si esto ya era un reto antes de la pandemia a causa de la Covid-19, hoy esta condición se agudiza aún más considerando la realidad de cientos de miles de jóvenes que se han visto forzados a dejar de trabajar en razón de la pandemia.

Como es evidente, dado que se trata de una situación atípica, la naturaleza de las opciones de capacitación y vacantes que se puedan ofrecer, con seguridad serán diferentes, irán cambiando en función de la imperiosa necesidad de mantener el distanciamiento social. Así, además de eficiencia, se requerirá una revisión o rediseño de las intervenciones en materia de empleo juvenil, porque, entre otras cosas, el énfasis de las capacitaciones para la inserción laboral deberá ponerse en la alfabetización digital4 y todas las habilidades relacionadas a esta, en actividades que irán apareciendo, como parte de la aceleración de la digitalización de la economía, en el mediano y largo plazo.

No puede continuarse con políticas de empleo juvenil residuales. En Lima Metropolitana, en el segundo trimestre 2020 se perdieron 602 mil 100 empleos para jóvenes, frente a los anuncios brindados por el MTPE, de tan sólo 500 becas de capacitación laboral, para jóvenes en situación de pobreza, pobreza extrema y vulnerabilidad de Lima Metropolitana para los siguientes puestos: caja y atención al cliente, mercaderista, operario de almacén, operador de telemarketing comercial; y teleoperador5. Sería ideal conocer si estos puestos serán los más requeridos en lo que resta del año o del siguiente año (por ejemplo, la mayoría de compras y ventas ahora se realizan a través de e-commerce, por lo que no sabemos si los perfiles de caja y atención al cliente podría ser lo más requeridos).

En relación a este tema es necesario que el MTPE publique y difunda los posibles perfiles que serán requeridos en los siguientes meses a fin de que los jóvenes puedan especializarse y capacitarse en estos puestos si no logran acceder a las pocas becas que ofrece el Estado; adicionalmente, es necesario que estos estudios de proyección de solicitud de perfiles sean analizados en función a la región en específico (actualmente las capacitaciones de los perfiles mencionados en el párrafo precedente son similares en otras regiones6), porque los perfiles requeridos para Lima Metropolitana no necesariamente son los mismos que en Huancayo. Deben reforzarse los estudios de demanda ocupacional, hasta alcanzar el estatus de prospectiva en empleo juvenil con perspectiva territorial.

Debemos recordar que “un sistema de transición escuela-trabajo eficiente debe poder contar con un sistema de colocación que sepa conectar sinérgicamente el mundo del “saber” y del “saber hacer” –es decir, escuela y empresa– a través de una colaboración constante y sistemática basada en el intercambio continuo de informaciones y en la intermediación entre demanda y oferta de trabajo, así como, en óptica proyectual, explorar las necesidades de formación y de competencia requeridas del mercado”7.

En la misma línea, “el Convenio Nº 160 y la Recomendación Nº 170 de la OIT (…) tratan el tema de las estadísticas laborales. El Convenio obliga a los Estados a colectar regularmente, compilar y publicar estadísticas laborales básicas, que puedan ser progresivamente extendidas hasta abarcar los datos más relevantes relativos al trabajo: población que trabaja; empleo, desempleo y (si fuera posible) subempleo visible, ingresos y tiempo de trabajo; salarios; costos laborales (..)”8.

A la fecha, no hemos visto acciones claras que permitirán atenuar este masivo desempleo e inactividad, y lamentablemente no tenemos una política nacional de empleo; ahora más necesaria frente a esta grave crisis que exige su implementación obligatoria según el Convenio núm. 122, Convenio sobre la política de Empleo de la OIT9. Retomar la mirada del tránsito de la educación al trabajo, revalorando aquellas actividades que se realizan fuera del mercado laboral (como estudiar, cuidar, entre otros) debe ser parte del horizonte que recorra el planteamiento de una política nacional de empleo, además de las consideraciones indispensables en materia de derechos laborales y seguridad y salud en el trabajo.

De otro lado, según el artículo 4 de la Resolución Ministerial 290-2019-TR, de fecha 19 de noviembre de 2019, se encargó a la Dirección General de Promoción del Empleo del Viceministerio de Promoción del Empleo y Capacitación Laboral, la formulación de la Política Nacional del Empleo Decente, posteriormente se crea el Grupo Multisectorial de naturaleza temporal, encargado de la formulación de la Política Nacional de Empleo Decente; seguidamente, hace poco (20 de setiembre de 2020), mediante Resolución Ministerial 290-2019-TR de fecha se amplió el plazo de vigencia del mencionado Grupo hasta el 27 de noviembre de 2020. Consideramos que la dación e implementación de una Política Nacional del Empleo es urgente dado los datos evidenciados en el presente artículo.

Finalmente, coincidimos con lo señalado por el Secretario General de la ONU cuando ha indicado que “el mundo del trabajo no puede, y no debe, seguir siendo el mismo después de esta crisis. Ha llegado la hora de coordinar la actuación mundial, regional y nacional [se debe generar] un trabajo decente para todos como fundamento de una recuperación ecológica, inclusiva y resiliente”10.

Conclusiones

En el mundo la pandemia por la Covid-19 ha afectado a los jóvenes trabajadores al margen del país. Entre los jóvenes más afectados, se encuentran los de menor edad, dada su poca experiencia acumulada como sus escasos años de educación alcanzada.

En América Latina la afectación al empleo juvenil es tal que se habla de la “generación del confinamiento” en razón a que millones de pérdidas de empleo juvenil transitarán por el desempleo, pero principalmente por la inactividad y severas limitaciones para retomar o iniciar estudios. Con ello, se espera un incremento sustancial de la población juvenil que no estudia ni trabaja.

En el Perú, la población juvenil de 18 a 29 años de edad ha totalizado más de 6 millones de personas; de estas, más de 1 millón no estudiaban y no trabajaban en 2019. Considerando que la composición de este segmento juvenil es la inactividad productiva (más no así la inactividad en otras labores diferentes al estudio, como por ejemplo el cuidado del hogar), es esperable que se incremente este año dicho segmento vulnerable, principalmente por la pérdida de empleos juveniles que ha significado el confinamiento social frente a la pandemia por la Covid-19 desde el segundo trimestre 2020 en nuestro país.

La recuperación del empleo juvenil en el Perú posiblemente esté ocurriendo desde mayo 2020. Sin embargo, por cada 100 empleos juveniles para personas de 14 a 24 años de edad en Lima Metropolitana, solamente 21 corresponden a empleos adecuados. Con lo cual estamos ante una instauración masiva de vulnerabilidad laboral para miles de jóvenes que van retornando al mercado de trabajo. En un mismo sentido, que antes de la pandemia ya se tenga registro de las dificultades que enfrentaban los jóvenes para insertarse a un empleo, no justifica que la recuperación que pueda estar en marcha signifique conformarse con retomar a la situación pasada.

Por consiguiente, la tarea que tiene el Estado durante los siguientes meses es ardua con respecto a la grave situación de desempleo que afecta el país. Si el MTPE realiza capacitaciones es necesario que priorice la capacitación en empleos que realmente serán necesarios en los siguientes meses y se difunda la información de estos empleos para que los ciudadanos se eduquen para estos puestos (vinculación adecuada de la oferta y la demanda); asimismo, dado el contexto, urge una política nacional de empleo que contribuya a paliar la grave crisis económica.

Referencias bibliográficas

Azuara, Oliver

2020 “La generación Z ante una crisis de empleo sin precedentes”. Banco Interamericano de Desarrollo – BID, Blog Factor Trabajo. 27 de agosto de 2020.

Cortés Carcelén, Juan Carlos y otros

2006 “Comentarios al artículo 23 de la Constitución”. En: AA.VV. La Constitución Comentada, Editorial Gaceta Jurídica, Lima.

Jean-Michel Servais.

2015 “El Derecho Internacional del empleo frente a la crisis”. En: AA.VV. Libro Homenaje a Mario Pasco Cosmópolis, Editorial El Búho, SPDTSS, Lima.

Tiraboschi, Michele

2015 “El desempleo juvenil en tiempos de crisis: ¿una advertencia a Europa (continental) para refundar el Derecho del Trabajo?”. En: AA.VV. Libro Homenaje a Mario Pasco Cosmópolis, Editorial El Búho, SPDTSS, Lima.

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2004 “Evolución reciente de la calidad del empleo en Lima Metropolitana”. En: AA.VV., Primer Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, SPDTSS, Lima.

Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI)

2020a “Comportamiento de los indicadores de mercado laboral a nivel nacional”. Informe Técnico 02 – junio 2020.

2020b “Comportamiento de los indicadores de mercado laboral a nivel nacional”. Informe Técnico 03 – agosto 2020.

2020c “Situación del mercado laboral en Lima Metropolitana”. Informe Técnico 04 – abril 2020.

2020d “Situación del mercado laboral en Lima Metropolitana”. Informe Técnico 07 – julio 2020.

2020e “Situación del mercado laboral en Lima Metropolitana”. Informe Técnico 08 – agosto 2020.

Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE)

2020a “Trabajadores en el sector formal privado durante el periodo de emergencia nacional por la Covid-19 en el Perú”. Boletín de Economía Laboral Nº47 – Julio 2020.

2020b “Informe de Evaluación de Implementación del POI 2020” Primer Semestre 2020. Fecha 30 de julio 2020.

Organización Internacional del Trabajo (OIT)

2020a “Los jóvenes y la Covid-19: efectos en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental”. Informe de la Encuesta 2020.

2020b “Empleo juvenil en tiempos de la Covid-19: el riesgo de una “generación del confinamiento””. Nota Conceptual.

Rodríguez, Jorge

2001 “Vulnerabilidad y grupos vulnerables: un marco de referencia conceptual mirando a los jóvenes”. Comisión Económica para América Latina – CEPAL, Serie Población y Desarrollo.


1 Según Tatiana Velasco “(p)ara los trabajadores es cada vez más difícil pensar en la estabilidad en la empresa y hacer una carrera ascendente, deben preocuparse en mantener la estabilidad de sus ingresos en un contexto de alta rotación laboral, lo que plantea la exigencia de mantenerse empleables a través de la capacitación permanente”. Ver en: Velasco, Tatiana. “Evolución reciente de la calidad del empleo en Lima Metropolitana”. En: AA.VV., Primer Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, SPDTSS, Lima, 2004, p. 168.

2 Cabe indicar que las consecuencias del desempleo no son sólo las presentes, sino también las del futuro; el desempleo origina la caída de los aportes previsionales ya que habrá menos trabajadores asegurados que sostendrán a los pensionistas.

3 Cortés Carcelén, Juan Carlos y otros “Comentarios al artículo 23 de la Constitución”. En: AA.VV. La Constitución Comentada, Editorial Gaceta Jurídica, Lima, 2006, p. 532.

4 De acuerdo a la data estadística presentada en el último párrafo del punto II del presente artículo.

5 ¡Atención jóvenes! MTPE ofrece 500 becas de capacitación laboral en Lima Metropolitana

6 Oportunidad para jóvenes: ofrecen becas de capacitación laboral en Arequipa (Arequipa) Jóvenes lambayecanos podrán acceder a 100 becas de capacitación labora (Lambayeque)

7 Tiraboschi, Michele, “El desempleo juvenil en tiempos de crisis: ¿una advertencia a Europa (continental) para refundar el Derecho del Trabajo?”. En: AA.VV. Libro Homenaje a Mario Pasco Cosmópolis, Editorial El Búho, SPDTSS, Lima, 2015 p. 839.

8 Jean-Michel Servais, “El Derecho Internacional del empleo frente a la crisis”. En: AA.VV. Libro Homenaje a Mario Pasco Cosmópolis, Editorial El Búho, SPDTSS, Lima, 2015 p. 810.

9 Con el objeto de estimular el crecimiento y el desarrollo económicos, de elevar el nivel de vida, de satisfacer las necesidades de mano de obra y de resolver el problema del desempleo y del subempleo, todo Miembro deberá formular y llevar a cabo, como un objetivo de mayor importancia, una política activa destinada a fomentar el pleno empleo, productivo y libremente elegido (artículo 1 del Convenio núm. 122).

10 La COVID-19 provoca una crisis sin precedentes, y las medidas de confinamiento afectan a casi todos los trabajadores y las empresas


Beatty Egúsquiza Palacín

Abogada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Especialista en Derecho Laboral. Actualmente labora en la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral. Ha sido docente de Derecho Laboral en la Facultad de Derecho y Ciencia Política en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Fernando Segundo Félix Córdova

Ingeniero Economista por la Universidad Nacional de Ingeniería, ha sido consultor para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y para el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO).

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La revista especializada en derecho laboral más antigua del Perú. Fundada por Fernando Elías Mantero en mayo de 1975.