Es común que las empresas realicen entrevistas laborales para la selección de su personal. Pero ¿Qué pasa por la mente del entrevistador cuando tiene en frente a un postulante?
Normalmente, lo que las empresas buscan es saber si los futuros colaboradores son personas aptas e idóneas para ocupar dicho puesto de trabajo; por lo tanto, el tema de la pronta adaptación del nuevo colaborador así como sus habilidades es muy importante. Sin embargo ¿Qué tipo de habilidades debe tener?, ¿qué se tomará más en cuenta o cuál será el factor determinante para que el entrevistador laboral decida entre uno y otro?, ¿marcará la diferencia el entusiasmo mostrado por el postulante para el nuevo puesto de trabajo?, ¿importará “caer bien” desde el principio?, o es que ¿acaso esos detalles no pesan frente a un abultado y sorprendente currículo y la experiencia laboral del postulante?
En realidad, dependiendo del puesto que se pretende ocupar, alguno de esos factores puede prevalecer sobre otro. No obstante, generalmente, hay tipificaciones y preguntas trilladas que se hacen para “hurgar” en la mente y en la vida tanto personal como profesional del futuro colaborador. Es por esto que, lo que se pretende en primera instancia es “romper el hielo” con un “¿Cómo estás?” o “¿Cómo te enteraste de la vacante?” Y algo como: “¡Cuéntame un poco de ti!” La idea es entrar en confianza y que el entrevistado se sienta cada vez más cómodo y eso lo ayude a desenvolverse de un modo natural y auténtico.
Seguramente, a más de uno nos pasó que nos preguntaron sobre nuestro FODA. Para ello es vital saber exactamente cuál es el puesto al que estamos postulando, las funciones que realizaría de ser seleccionado y tener una idea clara sobre las actividades que realiza la institución o cuáles son los productos y servicios que ofrece la empresa.
Pasa también que la persona que realiza la entrevista dice: “Dime tres virtudes y tres defectos tuyos” y, la verdad, resulta sencillo responder lo primero, pero sobre nuestros defectos nos es complicada la respuesta, lo primero que nos preguntamos es: ¿Qué tal si al revelar mis defectos, la empresa decida no contratarme?; es mejor parecer perfectos, y que nuestros defectos sean casi inexistentes o desapercibidos.
Pues bien, lo que básicamente busca un empleador, o la empresa (a través del entrevistador que bien puede ser el jefe de Recursos Humanos, un psicólogo o el jefe de área), es una persona segura del puesto al que aspira, que siendo consciente de sus habilidades, procure conectarlas de forma favorable y acertadas con las necesidades y requerimientos de la empresa.
Es importante también una bonita y buena actitud de trabajo porque es probable que el motivo de la pretensión de ese puesto sea por la necesidad que tienes de tener un empleo y eso es totalmente legítimo, pero en esa misma situación es probable que se encuentre la mayoría; por lo tanto, lo ideal sería demostrar que si la empresa te contrata, sea ésta quien resulte beneficiada.
Es igualmente importante una actitud que genere confianza, mostrarse afable y entusiasmado por las funciones que realizarás en el centro de trabajo y sobre todo, el hecho de pertenecer a esa empresa o institución.
Nadie quiere tener como parte de su grupo de amigos, ni en la familia, a un miembro que sea antipático, que no colabore, desconfiado o que genere desconfianza, desinteresado o desarraigado de los demás y lo mismo pasa con una empresa. Es por ello que mostrarse entusiasmado y más interesado en dar que en recibir va generar confianza en que tu compromiso con los objetivos será real.
Finalmente, hay un tema un poco incómodo para algunos, la remuneración. Cuando la persona que realiza la entrevista pregunta las expectativas salariales, hay quienes lo tienen muy claro, pero este detalle es a veces fundamental y muchas entrevistas de trabajo quedan ahí cuando se llega a ese punto.
Por ello, las expectativas remunerativas deben ser razonables. Es bueno darse a valer pero es mejor demostrar a tu empleador que las expectativas que tuvo de ti fueron ampliamente superadas con tu trabajo; de ser así, seguro te convertirás en una pieza valiosa dentro del equipo y, además de lograr respeto y estima por parte de todos tus compañeros de trabajo, conseguirás no sólo un aumento sino que crearás un lazo invulnerable entre tú y la empresa que apostó por ti.
Giovanna Llanos Martell
Asociada del Estudio Elias Mantero,Abogada de la Universidad Mayor de San Marcos, Bachiller en Contabilidad de la Pontificia Universidad Católica del Perú, colaboradora permanente de la Revista Actualidad Laboral